3) DINÁMICA FLUVIAL DEL RÍO NAJERILLA
Los ríos son sistemas naturales enormemente dinámicos y complejos. Desde un punto de vista geológico son agentes del modelado que erosionan, transportan y sedimentan. La fluctuación de su caudal (cantidad de agua que fluye por el cauce), tanto en el espacio como en el tiempo, es la responsable de su dinámica longitudinal, vertical y lateral que determina el modelado del relieve.
La desafortunada canalización del río Najerilla en el tramo urbano de Nájera, impide que el río lleve a cabo su dinámica lateral o transversal en él. Tendríamos que ir a ver sus efectos a la altura de la plaza de toros o entrando por el bosque pedagógico.
El río Najerilla tiene un régimen pluvionival, es decir que el río es alimentado tanto por las aguas procedentes de las lluvias como por las de la fusión de la nieve que se acumula en las sierras de la cabecera de su cuenca hidrográfica. El caudal que el Najerilla aporta al embalse de Mansilla es de 5,5 m3/sg, por Anguiano pasa un caudal de 10,6 m3/sg y a la desembocadura en el río Ebro llegan 14,9 m3/sg. Este caudal no es constante a lo largo del año, sino que sufre variaciones denominadas crecidas (aumento del caudal) y estiajes (disminución del mismo).
Llegados a este punto es interesante hablar de la llanura de inundación o aluvial, la zona llana y más o menos extensa situada a ambos lados del cauce que es ocupada por el río en su régimen de crecidas. Cuando se produce una inundación, el agua desborda el cauce y discurre también por ella de tal manera que los materiales más finos que transporta (arenas y limos) se depositan ahí. Las abundantes crecidas también garantizan un nivel freático elevado en los acuíferos aluviales y el aporte de nutrientes, necesarios ambos para la supervivencia de los bosques de ribera. El río, por tanto, no es sólo el agua que circula por el cauce, sino que también forma parte de él la llanura de inundación. Cometer este error tan simple es el que nos lleva a ocuparla con tanta irresponsabilidad mediante cultivos, edificios o infraestructuras y luego a echarnos las manos a la cabeza cuando se producen daños en ellos durante las inundaciones.
Respecto a la dinámica lateral, el río no se desplaza de manera rectilínea en su llanura de inundación sino que va trazando curvas (meandros) a lo largo de su recorrido. En la orilla cóncava, donde hay más profundidad y circula mayor caudal, el agua lleva más velocidad, lo que provoca su erosión y la formación de un escarpe. En la orilla convexa, al contrario, la profundidad y caudal del río es menor, por lo que el agua lleva menos velocidad y se produce la sedimentación de los materiales que transporta. Como tanto la erosión de una orilla como la sedimentación en la otra van progresando con el tiempo, la sinuosidad o curvatura del meandro va aumentando. Cuando es muy elevada entre dos meandros sucesivos, se puede formar un nuevo cauce entre ellos durante una crecida, lo que origina un meandro abandonado en la llanura aluvial.
La sedimentación de los materiales que transporta el agua da lugar a la formación de barras (zonas donde se van acumulando los sedimentos o aluviones). Estas pueden estar dentro del cauce (barras longitudinales), ser estrechas y estar adosadas a las orillas (barras laterales) o tener forma de media luna en la orilla convexa de los meandros (barras de meandro).
Si accedemos a una de estas barras podremos observar cómo en ellas los sedimentos se disponen de forma imbricada, es decir, se superponen unos sobre otros de forma ordenada como las tejas de un tejado. Además, lo hacen de tal manera que su eje mayor queda orientado paralelamente al sentido de la corriente (ver detalle en la siguiente fotografía). Otra característica de los aluviones de las barras es que los de las capas más superficiales son de grano más grueso que los de las capas inferiores. Esto se explica por un transporte selectivo, ya que las aguas medias y altas sólo movilizan los granos más finos, quedando los gruesos en superficie originando un pavimento que sólo las crecidas pueden remover.
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